El día no comenzó muy bien para mi, al llegar a recoger a Cristóbal, puse el móvil en lo alto del remolque, carguemos los perros de este y el móvil se quedo en el techo del remolque, pues, cuando me di cuenta, ya estábamos cerca del coto (en Ciudad Real) llamo Cristóbal a su esposa, para que merase en la calle, pero nada, perdido para toda la vida y lo malo no es el móvil, si no, la cantidad de números de telf de personas que los necesito.

Bueno, ya en el coto hemos decidido de cazar unos mechones muy espesos, para los perros no ha estado mal, dando con bastantes conejos y escuchando buenas ladras.

Pero otra cosa bien distinta era poder tirar los conejos, pasaban como balas entre la maleza, siendo imposible poderlos tirar.

A base de patalear hemos podido hacer la percha, ya llegaran días mejores.