Cuando de pronto entra mi criador con una red, me la hecha encima y me atrapa de las dos patas, yo estaba muy asustada y enfadada, si lo pillo con mis garras se las hubiese hincado todas.

 

Después me liaron en una toalla inmovilizadora, no podía moverme ni ver nada, yo notaba que me estaban trasteando en mis manos, me estaban colocando unas tiras de cuero, Pihuelas.

 

También me pusieron una cosa en la cabeza para que estuviese tranquila y no viera nada, Caperuza.

 

Me metieron en una caja, trasportín y después de un viajito en coche llegué a mi nueva casa, por cierto, muy ruidosa, muchos perros ladrando.

Mi nuevo dueño me metió en una habitación muy oscura y me amarro a una percha, como apenas veía nada y además me notaba que estaba atada, apenas me debatí para intentar escapar, yo como una buena chica, en lo alto de la percha.

 

El primer día que le vi la cara a mi nuevo dueño fue justo al siguiente día, entro en la habitación un hombre con un guante en la mano izquierda, que miedo me dio, me debatí e intente escapar, pero este hombre me pilló de las pihuelas, me levanto y no tuve otra opción que engancharme al guante, eso si, le apretaba con mis uñas todo lo que podía, le hice varias llaves para intentar hincarle las uñas, pero nada, este hombre seguía en sus trece, yo no podía hacer nada, ya tenia bastante con aguantarme en lo alto del guante.

 

Después mi nuevo dueño, me amarro en una percha al aire libre, todo muy bien, una percha nueva, una buena bañera con agua limpia, césped natural en el suelo y un techo para que no me de el relente encima, pero yo no quiero estar ahí atada e intente varias veces escaparme debatiéndome, pero pronto me doy cuenta que escapar es imposible, solo consigo cansarme al debatirme. Mejor estarme quieta en la percha.

Este primer día no lo estaba pasando nada bien, mi dueño lo estaba haciendo lo mejor posible para no estresarme, cada vez que tenia que pasar por el patio, chiflaba para hacerme saber que iba a pasar para no sorprenderme, pero la verdad es que cada vez que veía a un hombre andar por el patio no podía quitarle la vista de encima, y si se arrimaba mas de la cuenta intentaba escapar debatiéndome un par de veces, pero nada, imposible escaparse, había que ir acostumbrándose a estas personas.

Llego la tarde y mi dueño lo vi venir derecho a por mi, me debatí una vez mas para intentar escaparme, pero no pude y mi nuevo dueño ya lo tenia muy cerca, me pilló de las pihuelas y me levanto, después me puso la caperuza y no veía nada, solo tenia un punto de agarre que era el guante, al que me agarre con toda mi fuerza.

 

Cuando me quito la caperuza estaba en un salón con una caja que tenia imágenes que se movían (televisor).

Mi nuevo dueño estaba sentado en un sillón y me mantenía en el guante, yo me debatí algunas veces hasta que me di cuenta que no podía escapar, mi nuevo dueño hacia movimientos lentos y de vez en cuando me acariciaba con una pluma, a mi no me hacia ninguna gracia que me tocara y un par de veces intente picarle todo lo fuerte que pude, pero nada, este hombre no desistía y seguía tocándome, la verdad es que como no me estaba haciendo daño pronto deje que me acariciara con la pluma por todo mi cuerpo.

 

Después me puso un pollito en el guante, la verdad es que estaba muy tranquila y tenía mucha hambre, pero no podía bajar la guardia y si bajaba la cabeza para comerme el pollito tenia que bajar la guardia.

Después de un buen rato intente darle al pollito un picotazo, pero no me atrevía, tarde mas de una hora en probar el pollito, pero después de darle el primer picotazo y tragarme la carme, decidí comer sin vergüenza ninguna, me comí tres pollitos y la verdad es que se me puso un buen papo, me sentía satisfecha y saciada.

 

Después estuvimos viendo una película en la televisión y a las tres de la mañana mi dueño me volvió a sacar al patio, me amarro a la percha y a dormir.