En la cacería hay que estar siempre atento y muy espabilado, pues, en estos lances yo estuve bastante espabilado, en el segundo casi de más.
El primer lance tiene su arte, ya le habían dado los perros un par de apretones al conejo, cuando de pronto veo una sombra venir hacia mi (era el conejo) como una bala por una vereda que era justo donde yo estaba esperándolo con la escopeta, no tuve que hacer nada, él solito se estampo en mi bota derecha, y con la izquierda lo aguante hasta que Sebastian lo cogió.